Las ranas hembras simulan estar muertas para rechazar a los machos que no las atraen
Un estudio reveló las estrategias de supervivencia de la especie ante las tácticas violentas de apareamiento de los machos
Los animales tienen sus propios rituales de apareamiento, y el macho casi siempre gana por la fuerza. Los machos de ranas europeas, para acceder a las hembras, acosan, intimidan y las fuerzan a copular. Estos esfuerzos pueden ocasionar fallos reproductivos en ambos individuos y costarles la vida a las hembras.
Durante la corta temporada de reproducción, que dura dos semanas en primavera, la proporción de sexos suele estar sesgada con una gran mayoría de machos. Esto hace que se congreguen muchos individuos que pelean entre sí por una hembra. Ante este panorama, “ellas terminan perdiendo, pues muchas veces mueren ahogadas por la agrupación de hasta ocho ranas que se colocan sobre ellas”, explica Iñigo Martínez-Solano, del departamento de Biodiversidad del Museo Nacional de Ciencias Naturales A estas acumulaciones se les conoce como bolas de apareamiento.
Anteriormente se pensaba que ellas eran pasivas e incapaces de resistir la coerción masculina, pero una investigación reciente publicada en la revista científica Royal Society Open Science dan cuenta de que las hembras tienen distintas estrategias para evitar a los machos que ellas no han elegido.
Esta es la conclusión de un estudio del Museo de Historia Natural de Berlín, en el que han revelado que las ranas hembras hacen de todo por librarse de las relaciones sexuales, incluso simulan su muerte.
En el estudio, incluyeron a 54 ranas hembras. Metieron en una caja a un macho con dos de ellas, una grande y otra más pequeña para poder observar si había diferencias. Casi la mitad, evitaron el apareamiento. “La demostración de un comportamiento de evitación de pareja resultó en la fuga de 25 hembras”, explica la autora.
Las hembras que simulaban su muerte eran las pequeñas. Según los investigadores, es una respuesta del cuerpo al estrés, que es mayor en el caso de las más jóvenes. Aunque en la realidad, el resultado podría ser diferente. “En el mundo real a menudo observamos la formación de bolas de apareamiento, pero también que las hembras pueden alejarse más fácilmente porque hay más estructuras y lugares para esconderse”, asegura Dittrich.
FUENTES: https://www.elperiodico.com/