En esta jornada celebramos el Día Mundial de un alimento frío que generalmente se elabora con productos lácteos como leche o crema y se endulza con azúcar, edulcorantes o miel. Esta festividad no solo conmemora un postre, sino que también resalta la tradición intensa al paladar nacional con el dulce aroma de la vainilla, el chocolate y la frutilla impregnada en las calles argentinas.

Desde la llegada de este alimento a nuestro país, nació una nueva pasión por el manjar congelado. Con un promedio de un consumo anual aproximado de 7 kilos por persona, Argentina figura entre los 10 principales consumidores de helado del mundo.
La historia del helado se remonta a más de tres mil años atrás, con sus probables orígenes en Oriente. Marco Polo, con sus travesías por Asia, llevó esta delicia a Italia y luego se expandió por Europa. En Florencia, Bernardo Buontalenti logró potenciar esta delicia con una crema exquisita, dando inicio al helado moderno. Además, el Café Procope en París, fundado en 1686, cautivó a la realeza francesa con sus extravagantes helados y sorbetes.

En la actualidad, aunque la paleta de sabores helados se expandió, los clásicos como la crema, la vainilla y el chocolate aún dominan el gusto argentino. Además, este manjar conforma la esencia sobre la cual se construyen nuevas y sorprendentes creaciones que desafían el paladar, manteniendo vivo el legado de una tradición que sigue endulzando nuestras vidas en cada cucharada.