Esta película, un drama estadounidense de 2024, está escrita y dirigida por Baker y protagonizada por Mikey Madison. La trama sigue el viaje de Anora “Ani” (interpretada magistralmente por Madison), una proveedora de servicios íntimos de Brooklyn que sueña con una vida mejor. La historia toma un giro inesperado cuando Iván, el hijo de un oligarca ruso, le promete una existencia llena de lujos y glamour. Sin embargo, lo que comienza como una fantasía de ascenso social se convierte en una crítica incisiva al culto a la riqueza y a las desigualdades de poder.

Anora rompe moldes, desmontando el mito romántico de Pretty Woman para ofrecer una historia que combina drama, comedia y romance, explorando las complejidades del trabajo sexual sin clichés ni moralismos. Por esta propuesta audaz y honesta, la película fue galardonada con la Palma de Oro en Cannes.

El director utiliza esta premisa para explorar temas universales como el amor, la lucha de clases y la supervivencia en un mundo implacable. Su habilidad para transformar una historia aparentemente sencilla en una reflexión profunda sobre las dinámicas sociales es, una vez más, digna de admiración. Baker logra equilibrar la crudeza del drama social con toques de comedia que humanizan a los personajes. Nueva York, con su caos y vitalidad, se convierte en un personaje más de la película, enmarcando las luchas y triunfos de Ani en una ciudad llena de contrastes.

Conocido por su sensibilidad y autenticidad en proyectos como Tangerine y The Florida Project, Baker presenta en Anora un relato sin concesiones, donde cada escena parece diseñada para conmover y desafiar al espectador.

Mikey Madison brilla como Ani, entregando una interpretación que oscila entre la dureza y la vulnerabilidad. Cada mirada y gesto reflejan la complejidad de un personaje que lucha por encontrar su lugar en un mundo que constantemente la empuja al límite.

Por su parte, Mark Eydelshteyn aporta una presencia magnética como Iván, encarnando el privilegio y la arrogancia con matices que enriquecen la narrativa. La química entre ambos actores añade profundidad emocional a una historia cargada de tensiones sociales.

El desenlace de Anora es tan impactante como honesto. Esta obra invita al espectador a reflexionar, dejando una mezcla de esperanza y cuestionamientos que persisten mucho después de que los créditos finales han rodado.