Argentina prohíbe la cría de salmones en el Canal de Beagle
El país es el primero en el mundo en frenar un proyecto de cría del salmón antes de que entre en vigencia.
La legislatura de la provincia Tierra del Fuego aprobó por unanimidad una ley que prohíbe “toda actividad de cultivo y producción de salmónidos” en las aguas marinas y de lagos de la jurisdicción provincial
El objetivo de “asegurar la protección, preservación y resguardo de los recursos naturales, los recursos genéticos y los ecosistemas lacustres y marinos” de Tierra del Fuego. La prohibición no es absoluta porque contemplará “actividades de cultivo para el repoblamiento” y reconocerá “los proyectos existentes de acuicultura.
El tipo de cría vedada es a escala industrial y se realiza en enormes jaulas bajo el mar, que genera concentración de heces, residuos plásticos, fierros, redes, químicos, antibióticos y miles de pescados muertos que terminan en el mar, según denuncian las organizaciones ecologistas.
Las sanciones previstas en caso de no cumplir la ley son la clausura del establecimiento, el decomiso de todas las instalaciones removibles y de la materia prima existente y el pago de una multa.
En las consideraciones de la ley se recuerda que “el salmón es una especie ajena al medio ecológico austral”.
Entiende que “su aparición causaría un desequilibrio dramático en el entorno marino”, que “su enfoque industrial” podría generar enfermedades virales, parasitarias y bacterianas que no son propias de la zona y que la utilización de antibióticos generaría un sinnúmero de fallas en el micro entorno, muchas de ellas de carácter irreversible.
El hito histórico es que con esta norma Argentina se convierte en el primer país del mundo en cerrar la puerta a la salmonicultura porque los pocos lugares que han podido legislar para prohibir esta actividad “es cuando han hecho un daño irreversible al ecosistema”, según describió a Efe Estefanía González, vocera de la campaña de océanos de la Greenpeace.
FUENTE: swissinfo.ch
FOTOS: acniti.com 7/agenciasinc.es
- por Rocio Gallardo