Desde hace más de 400 años la Avenida Santa Fe es una arteria de enorme importancia en lo que hoy es la Ciudad de Buenos Aires. Allá por 1580, Juan de Garay instauró los límites porteños que hacia el norte llegaban hasta la actual calle Viamonte. Sin embargo, hacia la Plaza San Martín en Retiro y desde ahí hasta el partido de San Fernando, el gobernante colonial repartió tierras de una legua de extensión con la condición que entre cada una de ellas debía correr un camino.

Uno de esos caminos es el de la actual Avenida Santa Fe, que ya en ese momento tuvo el nombre actual, porque se lo conocía como “Camino de Santa Fe” y su mote básicamente tenía que ver con que era el que en mejor estado estaba para ir a la provincia de nombre homónimo. Los jinetes la bautizaron también como “Camino del Tejar”, “Camino de las Lomas” o “Camino del Medio”, pero no eran nombres oficiales.

En 1774 pasó a llamarse San Gregorio, en honor a San Gregorio I Magno (540-604), Papa entre 590 y 604, quien logra la conversión de Gran Bretaña y de los galos arrianos y establece el canto gregoriano. Pero, tras las invasiones inglesas de 1806, que dejaron varios nombres en las calles porteñas, el camino Gregorio pasó a denominarse Pío Rodríguez, en honor a Orencio Pío Rodríguez, cabo del Tercio de Patricios, quien combatió y fue herido durante la Reconquista de Buenos Aires ante las primeras invasiones inglesas.

Esta nomenclatura duró poco, ya que tras la Revolución de Mayo de 1810, paso a ser Calle Estrecha, simplemente por lo angosta que era en sus primeras cuadras y en 1822, Bernardino Rivadavia le puso su nombre actual en honor a la provincia y ordenó ensancharla a partir de Callao, siendo siempre una artería que se dirigió hacia el oeste y más tarde pasó a ser una arteria doble sentido hasta 1967, donde se instauró que vaya hacia el este (rumbo al centro porteño) y, finalmente, en 2010 se la volviera a designar como doble mano.