Se trata de lanzar tres proyectiles con punta hacia un objetivo llamado “diana”, fabricado con sisal o pelo de caballo en sus versiones profesionales, aunque también existen los dardos electrónicos.

El origen de esta disciplina se remonta al año 1314 en Inglaterra, donde en las tabernas los asistentes jugaban a lanzar cuchillos a las tapas de los barriles, que eran colgadas en las paredes.

Si bien es visto como un pasatiempo en bares o el living de casa, su faceta competitiva consta de reglas que van mucho más allá de acertar simplemente al centro del blanco.

El “501” es una de las versiones competitivas (la otra es “301”). Consta en lanzar tandas de tres dardos alternando con tu rival, y descontar la puntuación que se obtiene según la zona de la diana donde impacta el dardo hasta llegar a “cero” con un “doble”, que se obtiene acertando en la zona demarcada por el círculo concéntrico de color rojo más próximo a los números.

Por ejemplo, si para llegar a cero necesitás restar 28 puntos, tenés que acertar en la zona roja del “14”.

Hay otro círculo concéntrico más próximo al centro, que es de color verde y triplica el valor del número.

El puntaje máximo de la diana es el centro, que vale 50 puntos. El arco que lo rodea vale 25.

Las competencias de dardos además generan muchas apuestas, dado que los espectadores suelen jugar a determinado puntaje o zonas a las que los competidores acertarán en alguno de sus turnos de lanzamiento.

El centro de la diana se ubica a 1,73 mts del suelo y el lanzador de ubica a 2,37 mts.

A nivel profesional, los dardos están compuestos por tres piezas que se compran por separado: la punta, el centro y la cola. Los jugadores más importantes del mundo tienen sus propias marcas y forman parte del circuito de jugadores profesionales.

Si bien es identificado con una actividad masculina, hace varios años las mujeres han comenzado a competir a nivel profesional.

La entidad que regula este deporte a nivel mundial es la World Darts Federation.