La calle de los dos religiosos
A metros del estadio León Kolwovsky, del Club Atlético Atlanta, se encuentran los últimos metros de la calle Muñecas, en el barrio de Villa Crespo. Son ocho cuadras entre la intersección de Warnes y Acevedo hasta llegar a la Avenida Dorrego, donde desde 1904 cambia su nombre por Iturri y continúa hasta Villa Ortúzar.
La altura de Muñecas va del 701 al 1500 y el nombre lo lleva desde 1893. Antes no tuvo nomenclatura. Hasta 1904 su extensión se prolongaba cuatro cuadras más hasta la Avenida Jorge Newbery, donde culminaba en el Cementerio de la Chacarita y tras este, seguía trescientos metros más hasta donde actualmente se encuentra la estación Tronador del Subte B, en el barrio de Villa Ortúzar. Sin embargo, tras ese año, pasó a llamarse Iturri, con la particularidad que su numeración, desde Dorrego va del 0 al 400 y las tres cuadras restantes, del 1300 al 1600.
Tanto Muñecas como Iturri tienen una particularidad: son religiosos. El primero se llamó José Ildefonso de las Muñecas, nació en agosto de 1776 en San Miguel de Tucumán y falleció dos días antes de la declaración de la Independencia argentina en Guaqui, Alto Perú, hoy Bolivia. Fue un sacerdote católico y líder guerrillero de la guerra de independencia.
Trabajó mucho por la independencia de lo que hoy es Bolivia, al punto de haber participado de la Rebelión del Cuzco en 1814 y de las campañas hacia Puno y La Paz de ese mismo año. En las inmediaciones del Lago Titicaca formó la Republiqueta de Larecaja, desde donde siguió peleando. Sin embargo, tras la derrota del Ejército del Norte en Sipe-Sipe y el avance realista sobre el actual norte argentino, Muñecas fue apresado y enviado a Callao, donde luego fue ejecutado.
En el caso de Francisco Javier Iturri, nació en Santa Fe en 1738 y murió en Barcelona en 1822. Fue un Jesuita que se dedicó a la historia y la literatura. Su carrera religiosa comenzó en la Compañía de Jesús en Córdoba de Tucumán en 1753 (actuales Córdoba, Mendoza, La Rioja, San Juan y San Luis).
Sin embargo, siendo ya sacerdote lo alcanzó la Ley de Expulsión de 1767, donde como tantos Jesuitas fueron enviados a España, donde siguió profesando la religión para luego llevarla a Italia hasta su muerte.