La complementariedad resulta un valor fundamental para potenciar las individualidades y así, alcanzar los objetivos propuestos.

Un estudio reciente de Gallup -del que participaron unas 10.000 personas de diferentes geografías- muestra que la mayoría de los empleados no puede cooperar apropiadamente con otras personas o departamentos y compartir conocimientos. Solo 1 de cada 3 respondentes en su análisis global afirma que en empresa comparten información, conocimiento e ideas abiertamente con otros. Y solo entre el 20% y el 30% (según el país) está satisfecho con la cooperación entre su propio departamento y los otros.

Tal como concluye el análisis realizado por IE Business School, si bien a cada inconveniente y reto se le pueden aplicar diferentes enfoques, la ventaja que tiene la inteligencia colaborativa es que pretende que el aporte de cada participante y la puesta en común de conocimiento le permita dar con la idea más innovadora.

Es el mismo instituto quien afirma que el objetivo más profundo de la inteligencia colaborativa es crear conocimiento útil y válido sobre la premisa de información fiable y diálogo abierto. Por ello, todas las aportaciones son fundamentales, ya que la colaboración de todas las personas permite una toma de decisiones consensuada. Es la evolución de la inteligencia colectiva, en la que el producto final emerge a partir de las acciones de un grupo de personas que no necesariamente interactúan entre ellas. La inteligencia colectiva se basa fundamentalmente en la suma de enfoques individuales. En cambio, la colaborativa trata problemas en los que tanto la experiencia individual como la de los diferentes aportes de los individuos al trabajo en común son clave para hallar las mejores soluciones.

Fuente: Infobae