La lenta recuperación del Oso Panda Gigante
Los esfuerzos de conservación de las autoridades chinas están consiguiendo que su población crezca pero, pese a los progresos, la icónica especie sigue siendo vulnerable.
El oso panda gigante (Ailuropoda melanoleuca) lleva años sufriendo la caza furtiva por ser un icono de la cultura China, gravemente amenazado por su piel y por el contrabando cuando aún son oseznos. El trabajo para su protección ha resultado ser un ejemplo para la conservación mundial: después de que los años 80 rozasen los 1000 ejemplares salvajes y estuvieran muy cerca de la extinción, sus cifras casi se han duplicado en los últimos 30 años, sacando este emblema del peligro de la extinción.
En el año 2016, la Unión Internacional de la Conservación de la Naturaleza (UICN) cambió a la especie de amenazada a vulnerable, debido a su crecimiento estable y a los esfuerzos por ampliar su hábitat. Según los datos publicados en la Red List de la UICN, hay entre 500 y 1000 ejemplares en edad madura y su población está creciendo.
En los últimos años, China ha hecho un nuevo Parque Nacional del Panda Gigante, que abarca el 70 por ciento de su hábitat, situado en su mayor parte en la provincia de Sichuan. Desde entonces, el número de pandas en programas de cría en cautividad se ha doblado, alcanzando los 633 pandas, cifra que duplica el mínimo que los científicos ven necesario para preservar la diversidad genética para la supervivencia de una especie.
En verano de 2021, los pandas se convirtieron según propagó el Gobierno chino en un éxito de conservación. Las autoridades chinas anunciaron que el animal, cuya población salvaje casi se ha duplicado en los últimos 30 años gracias a los esfuerzos de recuperación impulsados por Pekín, ya no está en peligro de extinción.
Sin embargo, un estudio de los efectos del cambio climático en el bambú – que representa un 99 por ciento de la dieta de los pandas -, alertó sobre que la tolerancia de los pandas y de su dieta a las variaciones de temperatura y precipitaciones es mucho más alta de lo que se pensaba.
Por tanto, los expertos alertan sobre la fragilidad de la situación de estos mamíferos, que aún no se han librado de las consecuencias de la deforestación y la ruptura de su hábitat, que limita a los pandas salvajes a menos de un uno por cierto de su territorio, mientras nuevas amenazas aparecen derivadas del cambio climático.