Las versiones de por qué el barrio se llama “Floresta”
Durante muchos años fue solo un área quintas y lagunas, formadas por el arroyo Maldonado
Lo que hoy es el barrio de Floresta, durante muchos años fue solo un área quintas y lagunas, formadas por el arroyo Maldonado y por las lluvias, donde se practicaba la pesca.
El Ferrocarril Oeste de Buenos Aires llegó en el año 1857 y a esa estación se la denominó «La Floresta». La estación tuvo tres nombres, el 10 de agosto de 1888 cambió su nombre por el de Vélez Sársfield, y se llamó así hasta el 10 de febrero de 1944 que se la denominó nuevamente Floresta, sin el La como artículo.
El nombre del barrio de Floresta según algunos autores surge de una evolución en el uso de esta palabra.
En la época en que el barrio estaba a las afueras de la ciudad de Buenos Aires y en los suburbios de San José de Flores; el paraje era conocido con el nombre de “La Floresta”, justamente por la abundancia de la vegetación donde abundaban las plantas, los árboles y las flores (mucha de esa arboleda crecía en las cercanías de los arroyos Maldonado y Cildáñez —hoy entubados—).
Según otros se llamó así porque en este barrio (que en el siglo xix estaba situado en los suburbios de Buenos Aires) existía un local público de diversiones de propiedad de un señor Soldati, que se llamaba Kiosco de la Floresta, ubicado en la mitad de la cuadra del pasaje Chilecito, entre calle Bahía Blanca y calle Joaquín V. González. Era un bar-café, donde por la noche se sumaban la música tanguera y prostitutas que lo hacían aún más animado.
Luego, cuando en 1855 comenzó el proyecto del primer ferrocarril argentino, se decidió que su estación terminal estaría en el paraje de la Floresta (a dos kilómetros de San José de Flores); al no haber nada en esta terminal, los creadores del proyecto construyeron junto a la estación un pequeño restaurante conocido como “El Kiosco de la Floresta” (donde hoy se levantan los edificios del pasaje Chilecito, entre las calles Bahía Blanca y Joaquín V. González); este bar era atendido por su dueño, el señor Soldati. Durante las noches y fines de semana se llevaban a cabo bailes y muchos visitantes podían entretenerse.