Por eso, la Universidad de Harvard decidió arrojar luz sobre uno de los aspectos que pueden contribuir enormemente a en nuestra salud: la alimentación.
Muchas personas comen rápido o incluso en horarios que traen consecuencias negativas para el cuerpo.

Los expertos señalan por ejemplo que el hábito de cenar tarde trae aparejado cambios en el sueño. Atrasar la hora de la cena, nos llevará a acostarnos más tarde para hacer una digestión correcta. Pero también puede llegar a afectar a nuestro metabolismo, impidiendo que perdamos peso.

El estudio realizado por investigadores de la Universidad de Harvard, siguió a 16 pacientes con sobrepeso u obesidad, para poder apreciar cómo variaban los horarios de comidas, mientras que mantenían estables la dieta y los horarios de descanso. Este aspecto concreto influye sobre la quema de calorías, el hambre y los cambios en el tejido adiposo.

A partir de allí, se establecieron dos grupos, el primero terminaba de cenar seis horas antes de acostarse, el otro solo dos. Los resultados fueron los siguientes:
Quienes comían más cerca de la hora de acostarse tenían más hambre, porque los niveles de la grelina y la liptina (hormonas que regulan el apetito y la saciedad), disminuían durante el periodo de alimentación tardía en comparación con el otro grupo. Los que cenaban tarde quemaban calorías a un ritmo más lento, favoreciendo el aumento de la grasa.
Frank Scheer, autor principal de la investigación y profesor de la facultad de Medicina de Harvard, explica: “Este estudio muestra el impacto de comer tarde versus temprano”. Además, agrega: “Aquí, aislamos estos efectos controlando variables de confusión como la ingesta calórica, la actividad física, el sueño y la exposición a la luz, pero en la vida real, muchos de estos factores pueden verse influenciados por el horario de las comidas”.
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