Esta película cuenta con el icónico personaje del Conde Orlok, que en su versión más antigua fue interpretado por Max Schreck. Esta producción marcó un antes y un después en la estética de los vampiros en el cine.

La primera entrega de Nosferatu (1922), dirigida por Friedrich Wilhelm Murnau, es una de las obras más icónicas del cine de terror y un referente del expresionismo alemán. Estrenada en la década de 1920, la cinta es una adaptación no autorizada de la novela Drácula de Bram Stoker, lo que la convirtió en un filme polémico desde su lanzamiento. La viuda del autor denunció el plagio, lo que llevó a que se ordenara destruir todas las copias de la película. Sin embargo, algunas lograron salvarse, y con el tiempo el filme se consolidó como un clásico de culto, representando a los vampiros en la cultura popular.

En esta nueva oportunidad, Nosferatu (2024), dirigida por Robert Eggers, busca homenajear al icónico clásico del cine mudo de 1922, aunque su estreno despertó opiniones divididas. La crítica destacó su cuidado estético y la gran actuación de Lily-Rose Depp, aunque algunos señalan que la película no logra separarse lo suficiente de sus predecesoras.

El actor Bill Skarsgård interpreta al Conde Orlok, un vampiro menos monstruoso y más humano que, si bien genera inquietud, no alcanza el impacto del original de F.W. Murnau. Eggers combina su estilo gótico con tecnología moderna, pero el uso de CGI fue cuestionado por críticos que prefieren un enfoque más naturalista.

¿Qué dicen los críticos?

– Financial Times: Una “reinterpretación ingeniosa”, pero no memorable.

– Rotten Tomatoes: Le otorga un 85% de aprobación, destacando su atmósfera y fotografía.

Si sos fanático del cine de terror clásico, Nosferatu (2024) puede resultarte una propuesta interesante por su estética y homenaje. Sin embargo, no esperes una revolución en el género vampírico.