Sin embargo, pocos conocen la verdadera razón detrás de esta elección y cómo se convirtió en el símbolo nacional en diversas disciplinas deportivas.

En 1910, durante sus primeros encuentros internacionales contra Francia y Alemania, los italianos saltaron al campo con una camiseta blanca, una solución provisional mientras se decidía el color oficial del equipo. Esta situación planteaba una necesidad urgente de definir una identidad cromática que los diferenciara y unificara.

Un año después, en un partido contra Hungría, Italia usó por primera vez una camiseta azul. Este color, conocido como “Azul Saboya”, fue elegido en honor a la Casa de Saboya, la dinastía que reinaba en el país cuando se creó la Federazione Italiana Giuoco Calcio (FIGC) en 1898. Además, el azul también es un tributo al manto de la Virgen María, añadiendo un componente cultural y religioso a la elección. Oficialmente, el azul fue adoptado como el color de la selección en 1912, consolidando su presencia en el mundo del fútbol.

Desde entonces, el azul no solo se ha mantenido en el fútbol, sino que se ha extendido a otras disciplinas deportivas en Italia, convirtiéndose en un símbolo de identidad a pesar de no estar en la bandera nacional. La “Azzurri” es un emblema de orgullo que va más allá del deporte, representando la historia, la cultura y la unidad del país. Este color, que inicialmente surgió como un homenaje a la Casa de Saboya y a la Virgen María, hoy en día unifica a los italianos bajo una sola bandera, no solo en el fútbol, sino en todas las competencias deportivas donde Italia busca dejar su huella.